Todas las semanas cambiamos los ikebanas en Espacio Zen Contemporáneo. Uno está puesto en la entrada, dando la bienvenida a los recién llegados y bien por su color, por su forma, por su relación con la estación que representa no deja a nadie indiferente. A todos nos sugiere diferentes emociones. Si nos adentramos un poco más contemplaremos el de la Sala -en el Tokonoma- un arreglo especial de la Ceremonia del Té. Se llama Chabana (Cha té; bana flor). Esta composición floral es muy sutil, debe ser simple, lo más parecido a como están las flores en la naturaleza, así me lo ha enseñado Eiko, mi primera maestra de Té y de Chabana.
Para componer estos arreglos suelo ir al monte a recoger ramas, flores.... Hace unos sábados como había nevado esas semana me acerqué al nacedero del Nervión, río que da lugar a la ría de Bilbao y que ha configurado tantos aspectos de la vida de los bilbainos y de su dos márgenes. Fuimos ascendiendo hasta su nacedero, la fuente, lo incontaminado... la pureza. "Es necesario ir en todo al origen, a la ESENCIA", pensaba mientras caminaba. Subía por los caminos embarrados, y atravesé en un momento el río por las piedras porque había dificultad por la nieve. El agua corría fría, transparente y todo estaba en silencio; solo lo rompía el sonido que hacían al caer las irregulares perlitas de hielo que cubrían los árboles esa mañana.
Más arriba el agua caía en diferentes torrentes y formaba un bello paisaje acompasado del sonido del caer del agua de la nieve que apaciguaba el espíritu.
Como todo estaba cubierto por la nieve era difícil encontrar alguna rama... y de pronto en el camino vi que sobresalía una rama verde, de brezo tal vez, alargada y colgando de ella a modo de una estalactita de hielo que formaba un hermoso Chabana. Pensé en cortarla pero... el hielo se convertiría en agua ¡mejor dejarla para que corriera por los torrentes y se disolviera formando parte del Nervión!
Esta semana haré lo que hizo Joteki Takekuraya - discípulo de Yuko- que sintiendo profundamente el espíritu del Wabi-Sabi en una ceremonia presentó un florero lleno de agua, sin fijar ninguna flor o rama y dijo:
La negación absolutaEso me sugirió a mí la contemplación del paisaje de nieve y la rama verde. Hoy los ikebanas representarán el VACÍO, NADA, ninguna forma.
significa la afirmación
de la vida.
Rita Lozano
Mi comentario acerca de estas líneas no viene a aportar nanda nuevo, sólo quiero compartir algo que leí hace tiempo acerca de la contemplación zen y cuyas conclusiones se repiten en otras reflexiones budistas, incluso hindúes también. Venía a decir esto, un jardín zen (y por extensió, el ikebana) invitan a ser contemplados con tranquilidad. Poco a poco la respiración y la mente empiezan a fluir de tal manera que cuanto acontece en nuestra vida va atribuyéndose una forma, las grava es el mar agitado de los pensamientos y de los sucesos diarios, las piedras son islas, el agua es el tiempo... metamorfoseamos nuestra existencia en una especie de paisaje, todo va ubicándose a medida que la respiración torna a su verdadero ritmo, los pensamientos dejan de ser agitados. Finalmente, concluyes que sólo estás mirando piedras, las aprecias en lo que son, piedras. Dicen que cuando llegas a ese punto eres feliz porque te has liberado de las ilusiones que tergiversan la realidad y ella sola con lo bueno y con lo malo es hermosa.
ResponderEliminarAdmiro con gran respeto a quien puso palabras a esta reflexión, es hermosa y a nada que seas sensible lo comprendes.
Hola Itziar¡ Gracias por tu comentario y tu visita . Al leerte se nota que estás en el mundo del ikebana, y que compartimos esa sensibilidad especial que se tiene cuando has creado ikebanas o has visto los creados por otras personas , y te han llegado. Realmente la mirada luego se puede decir que cambia, y que la contemplación de un arreglo es una bella meditación. Si además - como tú dices - ayuda a ser felices entonces el camino de las flores merece ser recorrido. Un saludo
ResponderEliminarEL CHABANA
ResponderEliminar“ En el jardín
Una camelia blanca
Ha florecido”.
Onitsura 1660-1716
Hoy también ha florecido una camelia en mi jardín de Té y la he llevado al “tokonoma” de Espacio Zen Contemporaneo para ponerlo en el Chabana (El arreglo especial del Té).
Cha= Té, Hana= Flor.
Rikyu, el maestro japonés creador de la Ceremonia de Té, ofrecía la camelia para el chabana, un simple adorno floral situado en la Sala de Té como un símbolo de sencillez y tranquilidad.
El arreglo favorito del maestro para la Ceremonia de Té estaba compuesto por tres hojas y media de camelia y de un capullo, fue diseñado para imitar el patrón de crecimiento simétrico encontrado en la naturaleza.
La Camelia Sinensis (otra clase de Camelia) , una planta milenaria originaria de la India dio origen al brebaje del Té.
Los origenes del Té se cuentan en la leyenda de Bodhidharma, el fundador del Zen .
Llevaba meditando muchos años y empezaba a quedarse dormido, lucho mucho contra
el sueño (la inconsciencia) ,quería mantenerse consciente incluso mientras dormía.
Quería mantener la luz de la conciencia siempre encendida.
Una noche noto que era imposible seguir despierto se estaba quedando dormido.
¡ Se corto los parpados y los tiro!; “Para acceder a los ojos interiores hay que arrancar los ojos exteriores- Dijó.
A los pocos días se dio cuenta de que en los parpados que había arrojado al suelo había salido un pequeño brote, ese brote ,se convirtió en Té porque la montaña donde meditaba Bodhidarma se llamaba Tá.
Así cuando bebes el Té algo de Buda penetra en ti.
El Té se convirtió en el elixir de la Inmortalidad.
La Camelia es la flor preferida en la Ceremonia de Té como adorno para el Chabana y por que dio origen al Te Verde Macha que se emplea en el Ritual.
Las Camelias reflejan la esencia de la Teoría de los contrarios Yin-Yang por sus cualidades de fragilidad y fortaleza, longevidad y transitoriedad, meditación y estimulación y demuestran la innata belleza de este principio:
“Que todo existe gracias a su contrario”.
Rita Lozano.
Al leer los nuevos comentarios me he animado a escribir. Me he acordado de un texto que leí cuando era estudiante, pertenece a una especie de manual para el análisis y comentario de una obra de arte. Considerando que la naturaleza es una gran obra de arte; ver no es mirar. Para mirar hay que: primero, posicionarse desde uno mismo, desde lo que uno sabe o cree saber. Segundo, obviar los prejuicios, esto es, centrarse en lo que mis ojos ven. Tercero, ¿qué estoy mirando? El "cuento" que nos contó Rita del Buda y Mahakasiapa me hizo pensar en esto, efectivamente, si te paras un poco no puedes evitar que se te escape una sonrisa o una pequeña carcajada. Porque ¿qué es una obra de arte en realidad? aunque resulte decepcionante para algunos, es lo que es, no tiene ningún misterio. Los dadaístas llegaron a esta conclusión en su forma más pobre y sin más consistencia que llevar la contraria, pero no resta valor al fondo del tema. La pregunta para mí es ¿con qué ojos hay que mirar?
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